Estilos del Cante Jondo – Tonás y Seguiriyas
El cante flamenco surge de la fusión de las diferentes culturas, tales como, musulmana, gitana, judía y la cristiana. Culturas que, como bien sabemos, convivieron durante largos periodos de tiempo en Andalucía. Muy influenciado también por la represión que sufrió el pueblo andaluz y en particular, por la persecución al pueblo gitano. Todo este movimiento cultural y económico permitió que en Andalucía naciera esta manifestación artística, orgullo de la cultura ibérica.
Se podría decir que la mezcla de todos estos ingredientes dio como resultado el cante flamenco, con sus respectivos palos o estilos, tan característico en el folclore andaluz. Además, gracias esta manifestación artística, con todos sus ritmos y sentires hemos podido conocer parte de nuestra historia. En esta breve reseña te mostraremos dos de los “palos” del flamenco, o las variantes que dieron origen al cante jondo.
Las Tonás
Las tonás son las muestras más antiguas del cante jondo o cante flamenco. Se cree que vienen de canciones populares del siglo XVII. Como podemos deducir, el término “toná” viene de la palabra “tonada” o “tono”, en el sentido de melodía. Son una manifestación artística gitana auténtica, sobre todo en Sevilla y Cádiz. Debido a la persecución de esta comunidad, las tonás permanecieron ocultas entre las familias gitanas, por lo que apenas si tenemos registro de los orígenes de este estilo.
Únicamente se dieron a conocer al público a finales del siglo XVIII, tras declararse ilegal la persecución contra la comunidad gitana. En este estilo del cante flamenco destaca la fusión entre lo oriental y lo gitano andaluz. Sus letras tratan sobre todo de las penas que sufría la comunidad gitana durante los tiempos de la represión. La vida errante del gitano y los problemas que afrontaban, siempre acompañados de resignación o bien con protestas ante las injusticias de la época.
Dentro de este estilo existen varios tipos de tonás, las más populares son los martinetes, los cantos de las duras labores en las fraguas. También son populares las llamadas “carceleras” que eran los cantos que se entonaban en las cárceles. En esa época, como es evidente, los cantes no se acompañaban con instrumentos musicales ni tampoco baile.
Sin embargo, en la actualidad sí se acompañan con los golpes de anviles o yunques y martillos para ilustrar los duros trabajos que debían realizar para sobrevivir. De este modo se logra que el canto a cappella resulte más dramático, marcando el tiempo de la historia que se explica.